A propósito del nuevo capítulo que se desarrolla en estos días (con la amenaza de demolición inminente del Palacete de los Condes de Benahavís) dentro de la ya larga controversia sostenida durante 15 años alrededor del Plan Especial de Hoyo de Esparteros, y durante 10 años respecto al proyecto Moneo que lo desarrolla, traigo aquí algunos elocuentes extractos pertenecientes a la Tesis Doctoral "La construcción patrimonial en la ciudad intermedia. Málaga, retratos patrimoniales no pronosticados en derivas urbanas programadas del tiempo presente" (Universidad de Sevilla, 2015), del Dr. arquitecto Joaquín Ortiz de Villajos Carrera.
Nadie, desde luego, podrá decir que no se ha dicho alto y claro, en todos los ámbitos profesionales y esferas de lo público, con argumentos contundentes y desde el mismo principio de la operación urbanística especuladora (Modificación de Elementos en 2003, Convenio urbanístico en 2008, Modificación de alturas PEPRI 2012, Aprobación de la rescisión del Convenio en 2016 por incumplimiento reiterado de la promotora); nadie podrá excusarse en que no ha habido oposición ciudadana y profesional al proyecto, o que no se ha denunciado suficientemente el daño que supone la intervención (planteada en estos términos de especulación y destrucción) para la ciudad en su conjunto, para el BIC Centro Histórico en particular, y específicamente para su patrimonio catalogado (cuya descatalogación en 2008 es manifiestamente ilegal, con consecuencias y responsabilidades por determinar en los ámbitos oportunos).
La lectura del extracto que comparto a continuación deja pocas dudas sobre la valoración negativa del proyecto, y de los términos mismos en que se ha planteado. Añado únicamente el subrayado en negrita.
Una vez más, #SalvemosLaMundial.
Capítulo 2 | Ciudad Intermedia. El caso de Málaga.
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Programa CIMES: Ciudades Intermedias y Urbanización Mundial
(Página 173)
"Si Málaga aspiraba, entre otras, a ser Capital Europea de la Cultura, es inadmisible que las propuestas urbanas sigan camuflando sin escrúpulos intereses privados de beneficio individual, y que los pocos que esconden intereses colectivos sean machacados continuamente desde la Administración, más concretamente desde la Gerencia de Urbanismo (supeditada, eso sí, por fuerzas políticas mayores de las que depende), donde la tramitación de un expediente pueda convertirse en una odisea sin parangón (30).
[(30) Algo que no ocurre cuando el arquitecto pertenece al mundo de las estrellas mediáticas, como el caso de Rafael Moneo, que con el nuevo hotel proyectado en Hoyo de Esparteros es capaz de modificar todo un Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Casco Histórico, para aumentar la altura del mismo hasta en cinco plantas...]
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Capítulo 3 | Lecturas transversales del territorio
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Impulsos económicos en el planeamiento urbano
(Páginas 285 a 290)
"Otro caso que merece especial atención es el del hotel de Hoyo de Esparteros en el borde del casco histórico con el derribo proyectado del histórico edificio Pensión La Mundial [...]. Málaga, como de costumbre, cierra un nuevo debate público centrado en cuestiones temporales que, vendidas como operaciones que atañen al colectivo urbano-social de la ciudad, solo encuentran beneficio inmediato en sus impulsores. La presencia de una estrella mediática de la arquitectura no debe ser confundida, ni mezclada, con la lucrativa operación especulativa del suelo generada con el aumento de edificabilidad que promotores privados ─encontrando primero el beneplácito de la Administración local, y de la autonómica finalmente─ obtienen en el casco histórico con la construcción de un hotel. Apoyarse en la marca que supone tener "un Moneo" en la ciudad no es una oportunidad (en los términos planteados en Málaga), sino un cambalache con torpeza enmascarado: la asociación aprendida por los promotores entre "arquitecto estrella" y "proyecto" para resolver una ecuación que allana el terreno de las concesiones urbanísticas por parte de la Administración (92). La aceptación del nuevo registro otorgado a dicho suelo asienta otra marca muy diferente, la del ya bautizado "maMoneo" político malagueño; estampa instaurada con éxito desde hace tiempo.
[(92) Tanto es así que la decisión del cambio de altura propuesto─supuestamente─ por Rafael Moneo (evidentemente por su cliente), provocó una paralización en el proceso de aprobación del PGOU 2011 para modificar el PEPRI Centro.]
La presencia de grandes firmas de arquitectura tiene un valor mediático y una repercusión en términos económicos incuestionable. Estas estrategias han resultado brillantes en ciudades que así lo han planificado y que inundan de referencias el territorio. No se trata de obstruir el mercado y plantear el dibujo de una oposición a la participación de los mecanismos contemporáneos para construir ciudad: hay que establecer criterios que posicionen al ciudadano, el cual se rebela ante la ligereza con la que en la ciudad de estudio son transformadas las normativas que atañen a la calificación del suelo.
Llàtzer Moix, en su Arquitectura milagrosa, se hacía eco de las palabras de Rafael Moneo cuando decía que "el arquitecto debe aceptar su instrumentalidad, pero al tiempo debe insuflarle a la obra su aliento, su personalidad cultural". Defender que es necesario repensar, y finalmente mutar, lo que los urbanistas han considerado óptimo para la ciudad, por la así presencia de "un Pritzker" en la misma, es trasladar el problema que Málaga arrastra desde hace años a un campo que camufle su inestabilidad en la toma de decisiones. Inestabilidad fundamentada en intereses políticos a corto plazo que pervierten el devenir de una ciudad en la distancia. Estos modos de hacer (¿ciudad?) o de almacenar nombres, refería Bohígas, no tienen otra finalidad que la de disfrazar la ausencia de una auténtica política cultural al amparo de firmas de reconocido prestigio. Presenciando los continuos cambios a los que se ven sometidos los Planes en este tipo de operaciones, usuales en Málaga, al ciudadano solo le cabe preguntarse si es que tal vez los redactores no están cualificados, o bien los políticos-promotores son los que deberían estampar su firma en los Planes y, al menos así, ahorrar tiempo en el proceso burocrático al no tener que reformular constantemente lo planificado con anterioridad. Evidentemente no se trata de alterar sus funciones (técnicos/urbanistas y políticos/promotores), sino de reafirmar la complementariedad entre los mismos. Confiando en la labor de los primeros (cualificados para el desarrollo urbano), preferimos apostar por la cautela que los segundos (con intereses específicos y no colectivos) deberían mostrar durante su mandato sin que ello impida su vertiginosa carrera hacia el triunfo (y no nos referimos a la recompensa de salir en una foto que el tiempo olvida).
Confiando en las capacidades de Rafael Moneo en el ejercicio de la arquitectura, no deberíamos trasladar a una cuestión de volumen edificatorio el nivel de sus aportaciones, que sin encontrar diferencias habrían de suponerse igual de interesantes sin importar el número de plantas del edificio (independientemente del valor que supondría para el turismo cultural por el que Málaga apuesta). Lo que sí sería diferente es el valor económico generado para sus promotores con el cambio normativo promovido por el proyecto del hotel. Los fundamentos teóricos y la contribución con su obra a la ciudad ─refrendada por su intensa carrera─ siempre son bienvenidos y muy positivos para la ciudad que lo acoja. Así, sería deseable para cualquier territorio contar con la participación de arquitectos de renombre (95) que centraran sus estudios aquí si con ello son capaces de poner cordura en los planteamientos políticos tan necesitados de perspectivas externas cualificadas. Por el contrario, esconder bajo el pretexto de la obra de un afamado arquitecto el cambio normativo realizado─de otro modo impensable─ no es, ni el triunfo del cambio en la imagen de la ciudad, ni una operación mercantil efectiva. Es la tapadera efectista pretendida por la marca de la arquitectura en la ciudad contemporánea.
[(95) Con "renombre" nos referimos a un nombre contrastado en el mundo de la arquitectura y el urbanismo que, construido en base a un bagaje profesional que hace atractiva la presencia de su obra en la ciudad ─por la buena expectativa que ello genera─, ofrece ciertas garantías.]
A propósito del poder de la marca citaba Moix a un colaborador de Antoni Nogués cuando decía que la sociedad ha convertido a los arquitectos en auténticas marcas"como lo son determinadas firmas de confección de ropa. Puedes aspirar a un Nouvel o un Foster, como otros aspiran a un Lacoste o a un Fred Perry. Las marcas son una garantía. Suelen dar mejor resultado. Y en caso de que no lo den, reciben menos varapalos que los que se llevaría un arquitecto municipal por levantar la misma obra. El hombre de la calle quizás no sepa mucho de arquitectura, o de ropa, pero sí sabe de marcas. Cuando los nombres le suenan, confía".
Aceptar el cambio de altura de baja+4 a baja+8 en el suelo del futuro hotel no puede sustentarse por la firma (ya ni siquiera del proyectista, sino del que pone el dinero) que así lo proponga. Recurrir a que Málaga es reacia a la presencia de consagradas oficinas de arquitectura, o a que ésta haya facilitado su estampida en otras ocasiones (97), sería sucumbir ante un chantaje que en este caso no tiene lugar. No se trata de limitar la libertad proyectual que, en términos arquitectónicos, importantes "nombres" puedan proponer; sino de exigir sinceridad urbana por parte de los gestores de la ciudad en la venta de estos proyectos ante el ciudadano, el cual acepta con entusiasmo ─independientemente de su nivel de sfisticación cultural─ la inclusión de "arquitecturas" monumentales, de experimentación radical o de proclama publicitaria en su ciudad (98).
[(97) Con el cambio de siglo se invitó a Frank Gehry a pasear por el puerto de Málaga para que despertara ─con sus posibles propuestas─ del letargo a tan necesitada operación. La lucha de poder entre las Administraciones contendientes en dicho suelo hizo que su estancia en la capital fuera breve (apenas unas horas) y que el puerto se desarrollara sin una estrategia común para su us público (hoy patente en sus Muelles 1 y 2).]
[(98) Que esto ocurra, refería Bohígas, responde a tres causas; "Que el ciudadano haya incrementado su capacidad de asimilar la innovación (o todo lo que pueda sugerirla, añadimos nosotros), que no haya tanta innovación como parece o que la que hay se encamine solo en una línea ya asimilada en parte y por lo tanto vulgar, o que el público lo acepte simplemente como uno de los métodos disimulados de la propaganda comercial y representativa del poder (acostumbrado como está a las imágenes de los habituales sistemas publicitarios de la cultura de masas). Esta última, en ciudades como veíamos en apartados anteriores abducidas por el consumo en todas las escalas socioespaciales, se impone en una arquitectura que superpone el valor de cambio al valor de uso de nuestras ciudades.]
En cuanto a los tiempos, al igual que en el puerto, el casco histórico y su pretendida transformación en epicentro de la cultura también se ve salpicado por una falta de rapidez (eficiencia) en su conclusión. Si bien las intervenciones en la "ciudad arqueológica"─tras largos años de espera por los intensos debates político/ciudadanos─, la peatonalización de calles, o la mejora de servicios, parecen ver la luz que rescate al Centro de la ciudad; la rehabilitación y mejora de los edificios en manos de promotores privados no cumple las exigencias que, la ciudad que una vez aspiró a convertirse en Capital de la Cultura (en vez de tantos y tantos eventos), deben cumplir. Evidentemente, ya no nos referimos a la muestra al público que esta "eventualización" acarree, sino al que lo vive a diario y por el que debieran ejecutarse dichas operaciones.
Luchar ante capitalista situación, además de ser imposible, no parece recomendable, puesto que es el mercado imperante que nos rige y "nos alimenta". Si en apartados anteriores nos fijamos en la acupuntura urbana que el ciudadano debe activar (y que debería estar dotada de más libertad y medios, en lugar de prohibir y dirigir), nuestro interés desde este apartado se centra, principalmente, en repensar las respuestas generadas por los que se responsabilizan de generar la acupuntura física. Por lo tanto, admitiendo que en Málaga estas operaciones se encuentran fragmentadas (ya que consideramos que no es la vía óptima de acción y nunca debería fraccionarse el hecho social-espacial), lo único que la ciudad tendría que pretender es, como mínimo, que la acupuntura urbana se lleve a cabo con la máxima celeridad y precisión desde la sinceridad urbana (esto es, evaluando las necesidades reales con los requerimientos estimados y actuando consecuentemente sin que esto suponga hipotecar el territorio urbano, especialmente cuando se trate del espacio público).
(1) Imagen de la Pensión la Mundial (Palacete de los Condes de Benahavís) e infografías del proyecto Moneo, Tesis, pág 286.